martes, 7 de junio de 2016

A vueltas con el amor romántico

La verdad Irune es que el tema da para mucho y me ha tenido enganchado desde que publiqué le post y leí tu respuesta. Desde el momento que subí al blog mi reflexión acerca del amor romántico y lo relacioné con problemas como la desigualdad de género y, muy especialmente, la violencia de género, era consciente de que podrían surgir desavenencias y críticas por la poca variedad argumental de las citas bibliográficas en las que me apoyaba.

A raíz del intercambio de opiniones, comencé a plantearme en qué momento se desarrolla el género y parece que, como en cualquier proceso evolutivo, hay una corriente que defiende que el género viene determinado por nuestro sexo biológico mientras que otra opinión afirma que es el ambiente cultural el que modela el género que adoptamos. Sobre la primera corriente, Melissa Hines desgrana en Brain Gender las características biológicas -hormonas, modelado cerebral,..- que hacen que los hombres y mujeres adopten el género masculino o masculino en función de su sexo, aunque reconoce alguna influencia ambiental como pueda ser la educación o las convenciones sociales -el estereotipo cultural de que los hombres no lloran; las mujeres sí, por ejemplo-. Respecto a la corriente que concede más importancia a la influencia ambiental sobre la definición del género, Bronwyn Davies expone en Frogs and Snails and Feminist Tales numerosas razones para respaldar la importancia cultural en la adquisición de género.

Que el género está condicionado por el componente biológico es algo que la ciencia, a través de estudios como el citado de Melissa Hines, argumenta con todo el peso de sus cifras y análisis clínicos. Sin embargo, la influencia cultural es algo más controvertida. A pesar de que Feminist Tales es un análisis de la relación del género y las historias que se leen a los niños en edades tempranas, Bronwyn Davies también analiza la adquisición del género y pautas de comportamiento asociados al género a través de diversos experimentos. Me quedo con un experimento que llevó a cabo durante dos años en escuelas infantiles de Australia en el que, independientemente de los esfuerzos que se hicieron para que los alumnos se liberaran de comportarse como los estereotipos de niños y niñas, cada uno de ellos se mantuvo en su rol de masculino o femenino. Esto sirve al autor apara afirmar que “no se puede pedir a los niños que se posicionen a sí mismos como masculino o femenino (tal y como les demanda la sociedad) y al mismo tiempo privarles de los medios para que se definan como masculino y femenino (como pretenden la mayoría de programas no sexistas)”. 

El experimento de Davies se desarrolla en el libro exponiendo que la sociedad demanda que los niños se definan como masculino y femenino porque la propia sociedad es ambivalente en ese aspecto y les manda mensajes para que se definan como tales. Y en estos mensajes el autor incluye las historias que se leen en la escuela a edades tempranas y, especialmente, los cuentos de hadas. Por eso defiende unas historias que vayan más allá de romper torpemente tabúes como que las mujeres no pueden matar dragones o los hombres criar a la prole, relatos que sirvan para romper estereotipos basados en el género de manera que los niños no se vean polarizados por la dialéctica masculino-femenino reinante en la sociedad.

Este tipo de historias mantendrían el consuelo emocional y crecimiento personal que Bettelheim defendía que los niños encontraban en los cuentos de hadas, pero el mensaje se apoyaría en otro tipo de simbología más alejada de estereotipos de género. Por otro lado, no hay que olvidar que, aunque los símbolos son necesarios para los niños, el símbolo siempre tiene un significado que queda pegado al propio símbolo, por lo que si emigre se usa el mismo tipo de simbología para el mismo significado, el mensaje que da grabado en el inconsciente asociado al estímulo que lo creó. Si en la mayoría de los cuentos que se leen en las escuelas las princesas siguen siendo pasivas, los príncipes siguen matando dragones para salvarlas y al final viven felices para el resto de sus vidas, el mensaje de seguridad emocional que necesita el niño de temprana edad quedará ligado a esos estereotipos culturales. 

Por otra parte, la corriente para desmitificar el amor romántico considero que va más allá de ser una mera opinión de ultrafeministas, como demuestra el estudio de la Junta de Andalucía que mencionaba en mi post o la iniciativa del Ayto de Madrid, que "ha formado durante dos semanas a 168 agentes tutores sobre roles, estereotipos de género, mitos y consecuencias del amor romántico o la violencia en las redes.” (http://ccaa.elpais.com/ccaa/2016/04/02/madrid/1459628501_355601.html). Pero no solo señalo a la mayoría de cuentos de hadas, sino a muchos más impactos que recibe el niño de distintos medios basados en la misma simbología: publicidad, canciones, películas e incluso la televisión no cesan de mandar mensajes que polarizan el género de los integrantes de la sociedad. De acuerdo en que se está avanzando, pero comparto con Davies la hipótesis de que, a pesar de los esfuerzos aislados, poco se puede hacer si la mayoría de la sociedad manda condicionantes en el sentido de tener que definirse de acuerdo a estereotipos masculino o femeninos tradicionales.



En definitiva, reconozco la polémica de este asunto, pero creo que es positiva para llamar la atención sobre lo que leemos a nuestros alumnos. Como bien dices Irune, lo único cierto es que las lecturas se tienen que repasar de manera crítica y estar atentos a las reacciones de los alumnos, sobre todo de los más pequeños en referencia a la idea que ese pensamiento simbólico les ha dejado. Con los más mayores, también habrá que poner en contacto actual las lecturas, no importa si son del s XVI o del s XXI. Lo de quemar libros en la hoguera sí que es una aberración, aunque leer libros de otras épocas, por muy obras maestras que sean, a una edad en la que no se está preparado evocativamente o sin ponerlas en el contexto que corresponde no creo que ayude a fomentar la lectura. Más allá de polémicas, contextualicemos cultural, históricay  emocionalmente las lecturas de nuestros alumnos, elijamos historias con variedad de simbología y enseñémosles a ser críticos con la lectura en función del momento evolutivo en el que se encuentren.

1 comentario:

  1. Te anoto la entrada como voluntaria, pero prefiero hablar contigo de esto delante de un café. Se me ocurren tantos flecos que comentar y tanto que redefinir, que daría para una tesis doctoral.
    Lo que sí quiero hacerte notar es que la literatura folclórica, tal y como la hemos presentado en la asignatura, debe ser transmitida oralmente (narrada).

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